La
eutanasia siempre ha sido un tema peliagudo. Durante largos años, en diferentes
países, se ha luchado para que pudiera ser realidad. Es difícil pensar en una
situación en la que uno quiera dejar la vida. Pero hay momentos en los que uno
puede estar sufriendo una agonía y quizás no quiera seguir viviendo. Es un tema
que pudimos discutir en la asignatura Ética
en el curso 2000-2001 de 4º de ESO
en el IES Pau Casesnoves, un centro
educativo en Inca, una ciudad de Mallorca (Islas Baleares, España). Este tema
lo trabajamos bastante. Incluso se nos encargó un trabajo, en el que teníamos
que analizar diferentes puntos de vista, ya sea de gente conocida, de
compañeros de clase, de familiares y nuestra propia opinión. El trabajo se
tituló La eutanasia. ¿Un método de
huida? Como base del estudio, tuvimos una fotocopia de la página 17 del
diario EL PAÍS, de domingo 13 de mayo de 2001, con el título La eutanasia activa, con el comentario
titulado Un derecho de libertad de
Salvador Pániker y el comentario Una
respuesta equivocada de Manuel González Barón.
Mi
opinión personal dista mucho de lo que fue en aquel entonces. Antes yo estaba
en contra de la eutanasia. A día de hoy sigo pensando que es mejor vivir, aunque
vivir sea duro, pues después de la vida quizás no haya nada y es mejor vivir
sufriendo que no vivir. Quizás aun viviendo una vida de sufrimiento también se
pueda disfrutar de la vida, de alguna forma. Ahora bien, si uno quiere dejar de
vivir por situaciones críticas, especialmente por una enfermedad terminal,
debería de dársele la oportunidad, si ese es su deseo y su voluntad. Por
suerte, en el año 2021, en España entró en vigor la posibilidad de solicitar la
eutanasia, aunque siempre bajo prescripción médica, es decir, que tan sólo un
profesional podrá dictaminar si la persona está solicitando una muerte digna
para dejar de sufrir.
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