En
las escuelas, una actividad negativa es la conocida como acoso escolar, que
actualmente se le conoce más con el nombre de bulling. Por muchos
motivos, los alumnos pueden hacer daño físico o psíquico a sus compañeros de
clase. Puede ser por el aspecto físico, por los comportamientos en clase, por
motivos religiosos, por temas sexuales, por temas racistas o xenófobos, etc. Pero
una cosa está clara: se tiene que controlar y evitar a toda costa en las
clases, pues no es bueno para nadie, ni para aquellos que lo hacen y menos para
aquellos que reciben tales hostilidades. El problema deriva especialmente en
casa. Según la educación que reciban los hijos en sus casas, se burlarán de sus
compañeros o serán burlados por ellos. Algunos alumnos, con suerte, no son
víctimas del bulling. Las compañías
también pueden ser muy negativas; aunque en casa se reciba una buena educación
moral, puede que la presión de grupo influya en el acoso escolar.
Ahora
bien, a veces, hay burlas entre los compañeros que tal vez no deban tomarse tan
a pecho. Es decir, hay bromas que se hace entre el alumnado no para dañar, sino
para reír entre todos, incluso el que ha sido burlado inicialmente. Por poner
un ejemplo, cuando iba a 4º de ESO
en el IES Pau Casesnoves, hubo un
día que un compañero de clase hizo el siguiente escrito en una hoja tamaño
DIN-A5: “DADME UNA PATADA EN EL CULO!, POR FAVOR.”, acompañado de una flechita
hacia abajo. Esto era para pegarlo en la espalda de alguien. ¿Cómo? Saludando a
la víctima con una mano en la espalda. Si hay mucho movimiento y ruido por la
zona, normalmente durante el patio, la víctima no se da cuenta. Esto se hizo a
varios. La misma primera víctima se lo hizo a otros también. Iba pasando de
unos a otros. Si se recibió alguna patada en el culo, no fue muy dañina. Fue
más para reír entre todos. Una actividad que una vez no hay problema, siempre y
cuando no haga daño a nadie. El problema puede venir cuando hay alumnos que no
tienen filtro psicológico y son capaces de hacer daño o repetir la actividad,
siendo algo recurrente. Cuando pasa esto, ya es acoso escolar y no hay que
permitirlo. Si es detectado, tampoco se debe permitir una actividad como la
descrita anteriormente, pues nunca se sabe desde cuando se está haciendo y si
la víctima lleva mucho tiempo sufriendo esta broma.
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