Bueno, todos conocemos la historia de Mulán, ¿verdad? Una mujer que se
disfraza de hombre para entrar en el ejército para suplir a su padre en la guerra,
evitando así que muera su padre. Pues algo muy similar ocurre en REGIMIENTO
MONSTRUOSO, la trigésimoprimera novela de Mundodisco, de Terry Pratchett, aunque fue numerada como la vigésimoctava por la
editorial DeBolsillo.
“Regido por una duquesa a quien nadie
ha visto en décadas y por los rigidos preceptos del dios Nuggan, para quien
todo es una Abominación (los estados vecinos son una Abominación, que las
mujeres sepan escribir es una Abominación, como también lo son el ajo, los
pelirrojos o el color azul celeste), Borogravia está en guerra desde tiempos
inmemoriales. Aprovechando que apenas quedan jóvenes que reclutar Polly decide
alistarse para buscar a su hermano Paul, desaparecido en combate. Para ello
cometerá una Abominación blasfema: disfrazarse de hombre. Cortarse el pelo y
llevar pantalones será fácil. Dominar el arte de escupir, eructar, soltar tacos
y andar con cierta chulería requerirá algo más de tiempo y un par de…
calcetines. Pronto, Polly y los otros reclutas se verán, sin apenas
entrenamiento, en territorio enemigo. Suerte que cuentan con el sargento más
artero de todo el ejército, un vampiro adicto a la cafeína y todas las
artimañas del Regimiento Monstruoso...”
Así pues, aunque hay muchas cosas que son una Abominación, como que una
mujer se comporte como un hombre, Polly Perks no duda en disfrazarse de hombre
para entrar en el ejército con tal de buscar a su hermano, Paul, que ha
desaparecido en acción mientras estaba en el ejército de Borogravia. En el
mismo ejército también hay alistados varios sujetos más: el Sargento Jackrum,
el Cabo Strappi, Maladict (un vampiro de cinta negra), un troll y un igor,
entre otros. Cada uno tiene su búsqueda personal, pues no se alistaron por
gusto en el ejército.
(Cuidado, spoilers). Al final resulta que todos los miembros novatos son
mujeres disfrazadas. Es bastante curioso el hecho de tener que usar diferentes
técnicas para ocultarse, como usar calcetines, u ocultarse cada vez que hacen
necesidades, para evitar ser descubiertas. Así pues, esta historia resulta ser
como la de Mulán, pero a niveles mucho más elevados.
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