Los niños pueden ser una bendición o una maldición. Ello depende de los
padres. Si los padres esperaban un bebé y desean criarlo correctamente con
todas las ventajas y desventajas que ello conlleva, el bebé nacerá bien rodeado
de amor. Pero si, por el contrario, los padres no desean tenerlo o no les
gustan los niños, el bebé quizás nazca en una familia que no le merecen. Quizás
pueda salir bien parado o quizás no. Todo depende de la suerte que tenga. En la
historia de Matilda, un cuento de Roald Dahl, es una niña no deseada. En 1996,
se estrenó la película de Matilda,
dirigida por Danny DeVito, que también aparece como el padre de la niña. En la
parte trasera de la caja del DVD, se puede leer lo siguiente:
“Matilda (Mara Wilson) es una niña
con una inteligencia excepcional y enormes ganas de aprender. Sin embargo, sus
padres (Danny DeVito y Rhea Pearlman) están tan absortos en sus insustanciales
vidas que no se dan cuenta de ello. Un día deciden enviar a Matilda a Crunchell
Hall, una escuela con aspecto de prisión cuya directora (Pam Ferris) es un
monstruo despiadado. Será su encantadora profesora, Miss Honey (Embeth
Davidtz), quien descubrirá las mágicas cualidades de Matilda y juntas vencerán
increíbles peripecias.”
(Cuidado: spoiler.) Matilda Wormwood no es una niña normal. Por desgracia,
nace en una familia de ineptos: el padre, un estafador de coches; la madre, una
ludópata; el hermano, un inútil que sigue a sus padres en todo, aunque esté
mal. A Matilda la desprecian y la ignoran. Con muy poca edad, ya se sabía
cuidar sola: cocinar y vestirse. Cuando ya había leído todas las revistas de la
casa, quería más y pidió un libro. El padre le dijo que no era necesario.
Descubrió la biblioteca y cada día iba para leer, hasta que la bibliotecaria le
aconsejó hacerse un carnet de biblioteca y poder llevarse libros a casa. Así lo
hizo. Cuando cumplió 6 años y medio, aún no la habían llevado al colegio. Ella
lo pedía, pero la ignoraban; los padres se pensaban que aún tenía 4 años.
Descubre que quizás tiene poderes telequinéticos, pues explota el televisor cuando
su padre le estaba intentado obligar a ver un programa televisivo, aunque ella
quería leer. Por casualidad, la directora del colegio Crunchell Hall le compra
un coche al padre. Ambos coinciden que los niños son una aberración. Así es
como decide el padre que vaya a ese colegio. Matilda, a pesar de la directora,
es feliz por ir al colegio. Ahí hace varios amigos. Conoce a su profesora, Miss
Honey, adorable, pero con un pasado trágico. Matilda está presente cuando la
directora obliga a un niño de su escuela a comerse un pastel entero de
chocolate por haber robado un trozo de otra tarta. Cuando está a punto de
desfallecer y de vomitar, Matilda lo anima y todos los animan. Acaba
victorioso. Un día, por el simple hecho de que el padre de Matilda ha estafado
a la directora, castiga a Matilda en el asfixiadero, un cuarto oscuro muy
pequeño. Justo un poco antes, habían encontrado un tritón. La compañera de
clase que se sienta con Matilda introduce el tritón en la jarra de agua para la
directora, pues venía a hacer inspección. Casi se lo traga. Miss Honey recupera
a Matilda, algo que a la directora le parece inaudito, pues le dice que es lo
más valiente que ha hecho. Matilda, que ya había demostrado el primer día que
tenía una gran inteligencia matemática, empuja telepáticamente el vaso y le cae
el tritón a la directora. Aterrada, se desprende del tritón y amenaza a la
clase con tenerla vigilada, especialmente a Matilda. Matilda, cuando los demás
ya se han ido, intenta demostrar a su profesora que tiene poderes
telequinéticos, pero le fallan. La profesora le invita a su casa. Le cuenta la
historia de su vida. Perdió a su madre; más tarde, vino su tía a cuidar de
ellos y su padre se suicidó. Ella tuvo que irse a otra casa a vivir, cerca de
la casa de sus padres, donde actualmente vive su tía, la directora. Ambas sospechan
que su padre no se suicidó. A la vuelta, Matilda, aprovechando que la directora
se ha ido, va a la casa de la directora; Miss Honey la acompaña. Buscan su
muñeca. La encuentran, pero la directora llega, enfadada con el padre de
Matilda por la estafa. Se da cuenta de que hay alguien en la casa. Huyen de
milagro. Miss Honey le hace prometer a Matilda que no volverá a entrar en esa
casa. Cuando llega a casa, le pide a su padre que le grite. Se da cuenta de que
su poder se potencia por la rabia y así aprende a controlarlo. Esa noche idea
un plan para asustar a la directora y recuperar la muñeca de Miss Honey. Lo
hace todo por telequinesis. Pero olvida su lazo. A la mañana siguiente, le da a
Miss Honey su muñeca y un bombón de su antigua casa. La directora sospecha que
Matilda tiene algo que ver con ocurrido la noche anterior. Así que hace inspección
otra vez en la clase. Matilda, con sus poderes, asusta a la directora simulando
que es el espíritu del padre de Miss Honey. Huye y no vuelve jamás. Miss Honey
recupera su casa y suele estar con Matilda. Un día los padres van a recoger a
Matilda para huir del país. Matilda tiene los documentos de la adopción
preparados, tan sólo a falta de la firma de sus padres legítimos. Los padres no
se lo piensan mucho y firman. Miss Honey y Matilda son felices con sus vidas.
Es una historia bastante curiosa la de Matilda. Los poderes telequinéticos
fueron estudiados en un pasado, sin éxito aparente. Pero, ¿qué pasaría si
naciera una persona con esos poderes? Podría hacer grandes cosas. Podría usar
dicho poder para el bien o para el mal. Matilda, a pesar de vivir en un
ambiente maligno, con los conocimientos adquiridos gracias a la lectura diaria,
sabe que lo que está haciendo su padre está mal. Ella prefiere hacer el bien e
incluso aprende a defenderse sola, es decir, de tomarse la justicia por su
mano. Por ejemplo, le cambia el producto para el pelo a su padre, como castigo
a sus injusticias para con ella. También le pone pegamento a su sombrero,
quedándole pegado y haciendo un desastre en un restaurante. Esa misma noche,
cuando el padre está cabreado con todo, obliga a Matilda a ver un programa
televisivo cuando ella hubiera preferido seguir leyendo. Cuando explota el
televisor, es cuando empieza a descubrir que quizás tenga poderes
telequinéticos.
Este cuento relata historias muy bestias sobre un colegio al que nadie
hubiera querido ir. Evidentemente, una directora así no sería real. Es más bien
como una nazi, un sargento que piensa que los niños y niñas de su colegio son
peones que tienen que obedecer sí o sí sus órdenes, además de siempre tener que
estar callados.
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