¿Os imagináis que vuestra vida sea un show desde vuestro nacimiento? En el
año 2000, Paramunt Pictures, dirigida por Peter Weir, se estrenó El show de Truman, una película con
muchas connotaciones morales en las que Jim Carrey encarna a Truman Burbank.
Jim Carrey ya era muy famoso por aquel entonces y esta película no dejó
impasible a los espectadores.
En la parte delantera de la caja se puede leer el eslogan de la película:
“una vida en directo”. Además, también se puede leer “EN EL AIRE. SIN SABERLO.”
En la parte trasera, además, se puede leer lo siguiente: “Es la estrella de un programa de TV… pero no lo sabe. Jim Carrey ha
merecido el aplauso del público y de la crítica como el inocente Truman Burbank
en esta película dirigida por Peter Weir (Único Testigo, El Club de los Poetas
Muertos), sobre un hombre cuya existencia se ha convertido en la serie más
popular y duradera de la historia de la pequeña pantalla. Truman desconoce que
su ciudad es un gigantesco plató dirigido por un avispado productor, realizador
y guionista (Ed Harris); que la gente que vive y trabaja allí son actores de Hollywood;
y que incluso su esposa es una actriz contratada. Poco a poco, Truman irá
dándose cuenta de todo y su descubrimiento se encontrará repleto de risas,
lágrimas y de unas emociones como pocas veces se han visto en el cine.”
(Cuidado: spoilers). Es difícil imaginar que durante la vida de uno todo ha
sido un montaje, un escenario para divertimiento de muchos espectadores a lo
largo del mundo. Lo curioso de todo es que el protagonista principal de esta
historia es el único que no tiene ni idea de ello. Una chica, justo antes de
que se casase con su actual esposa, intentó decírselo, pero se lo impidieron.
Truman, desde ese momento, estuvo enamorado de esa chica. A escondidas, la fue
reconstruyendo mediante recortes de revista. En un momento dado, aparece su
padre, que se había colado en el gigantesco plató. Truman se da cuenta, pero
logran quitarlo de su vista. Desde ese momento, empieza a sospechar de muchas
cosas. El productor idea una situación de reencuentro entre padre e hijo, una
situación que es todo un éxito en televisión. Igualmente, a Truman no se le va
de la mente el tema de que puede ser verdad lo que ya le habían dicho: que su
vida es una mentira. Poco a poco va desenterrando pistas. Logra huir al mar. El
productor se vuelve loco e intenta matarlo, excusándose de que, si el público
lo vio nacer, también lo puede ver morir. Truman logra salvarse por poco.
Encuentra el final del plató y también una escalera por donde salir de ese lugar.
Al final de la película, Truman sale del plató y la chica de la que se había
enamorado va a buscarlo.
Es curiosa la salida de Truman del plató, cuando se despide de todo el público
con una frase que él suele decir a sus vecinos: “Buenos días y, por si no nos
vemos, buenas tardes y buenas noches.” Es como si la vida de Truman hubiera
sido un ideal para el resto de espectadores. ¿Puede ocurrir algo similar? No
exactamente. En los programas de reality
show, los protagonistas saben que están ahí paga cobrar un dinero o
conseguir un premio. Pero en esta película se puede ver lo absurdo que es
seguir la vida de los demás. Uno tiene que vivir su vida. El entretenimiento no
debería ser ver la vida de los demás, pues uno pierde gran parte de su vida
perdiendo el tiempo de dicha forma. Ver películas y series es bueno, pero no
ver programas de reality show. Por
desgracia, son muchos los que están enganchados a este tipo de programas, que,
por desgracia, aún se siguen emitiendo.
La película de El show de Truman es verdaderamente una obra maestra. Nos
hace pensar bastante. Incluso a algunos les podrían plantear una duda en su
vida: ¿y si estamos siendo vigilados constantemente? No. No es posible. Pero es
un pensamiento alentador.
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