jueves, 10 de octubre de 2024

Colección Recuerdos: Examen conducir

Para poder conseguir el carnet de conducir, me matriculé en la Autoescuela Salom, la autoescuela más conocida de Binissalem en aquel momento. Nuestro profesor fue Pedro Salom Pons, más conocido como Peter. Íbamos a clase para practicar con exámenes que nos iba dando. Luego, a veces, nos hacía algunas clases teóricas para repasar el temario. La matrícula la hice el día 13 de junio de 2005. A finales de julio pude examinarme. Antes de presentarme al examen final, tan sólo fallaba 1 pregunta, de vez en cuando. Iba bastante preparado. Recuerdo que fui al examen junto a un chico y una chica, todos en el coche de Peter, un Seat Ibiza. El profesor, después del examen, nos dio las noticias: aprobó el chico acompañante y yo, pero la chica no. La pobre se puso a llorar. En mi caso, tan sólo había fallado una pregunta, cuando se podían llegar a fallar hasta 4. En agosto había vacaciones en la autoescuela, así que hasta septiembre de 2005 no pude empezar las prácticas. Empezamos desde lo más básico, conduciendo por las afueras de Binissalem. La ventaja de hacer las prácticas con Peter es que teníamos una hora completa, a solas, sin ningún acompañante. Así era mucho mejor para aprender los conceptos de una forma más rápida. Hasta el tercer día no me llevó a Inca. Luego, ya pasamos por la autopista y llegamos hasta Palma. Durante varios meses estuvimos practicando. Recuerdo que tuve que hacer más horas de las habituales, pero quería asegurarme. El único problema es que a veces teníamos que acompañarle a alguna oficina de la DIRECCIÓN GENERAL DE TRÁFICO y eso implicaba perder un tiempo esperando. Pero valía la pena, pues era un profesor bastante bueno y paciente.

Llegó el día del examen, el día 30 de enero de 2006. Ese día estaba muy nervioso. Antes de ir al examen, nos paramos en un bar a tomar algún refresco. Al empezar el examen, hice la revisión previa que se tiene que hacer y empezamos el examen, junto a Peter y el examinador. Los nervios se me habían quitado al empezar el examen. Me centré bastante en lo que estaba haciendo. Cumplí con los requerimientos. En el aparcamiento, uno de los momentos más tensos, no rocé el bordillo, algo que ocasionaba el suspenso al considerarse una falta grave. Aunque parece ser que había hecho algún que otro fallo leve, también hice un deficiente. El problema fue al final, que el examinador me dijo que parase cuando pudiera. ¿Dónde fui a parar? Ni más ni menos que una línea amarilla continua de unos contenedores. Por suerte, al girar la cabeza, pude ver que había un sitio para aparcar. Dije al examinador que había pensado mejor en aparcar para no molestar al tránsito. Entonces, aparqué sin problemas. Me dijeron que saliera del vehículo y entonces pasó algo que me preocupó bastante. Peter y el examinador se pusieron a discutir, a veces incluso a gritos. Estuve como unos 30 minutos esperando fuera. Al final, el examinador salió del vehículo, se despidió y ni miró a los ojos. Cuando entré, pensaba que había suspendido y lo tenía bien asumido, intentando mentalizarme para mejorar en la siguiente prueba. Peter me empezó a regañar y al final me dio el papel. Cuando vi el papel, vi que ponía APTO. Me quedé en blanco y dije a Peter: “Aquí pone APTO”. Entonces Peter me gritó: “¡Claro que estás APTO!” y me siguió regañando por los fallos que había cometido. Así es como supe que realmente había aprobado por él, que luchó oralmente con el examinador para que me aprobase. Tuve mucha suerte, pues pude aprobar a la primera la teórica y la práctica, aunque la práctica fue muy reñida y estoy seguro de que fue gracias a Peter que aprobé.






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