El
14 de marzo de 2020, el Gobierno de España decretó el estado de alarma por
cuarentena en todo el país debido al covid-19, comúnmente conocido como
coronavirus. Esta pandemia coincidió en mi primer año como profesor en un
instituto, en el curso 2019-2020, que estuve en IES Manacor, un Instituto de
Educación Secundaria ubicado en las afueras de Manacor. Día 14 de marzo era un
sábado, justo un día que habíamos organizado una excursión con varios amigos
para subir al Puig Tomir, una de las montañas más elevadas de las Islas
Baleares. Nos quedamos con las ganas. Pero, justo el miércoles anterior, día 11
de marzo, celebramos una cena con los alumnos, en Es Cruce, un restaurante en
las Islas Baleares ubicado en Villafranca
de Bonany. Suerte tuvimos de celebrar dicho final de curso con los alumnos,
pues era con los alumnos de 2º año y luego ellos iban a comenzar las prácticas
en una empresa, un módulo titulado FCT (Formación en Centros de Trabajo).
Al
año siguiente, el curso 2020-2021, me destinaron al CIFP Pau Casesnoves, un Centro Integrado de Formación Profesional
que está integrado en el mismo edificio del IES Inca. Se fue normalizando un poco
la situación del coronavirus. Pero nos impusieron unas normativas bastante
forzadas: llevar mascarilla, incluso en la calle. En el CIFP Pau Casesnoves, la
Conselleria d’Educació, Cultura i Esport,
nos facilitó mascarillas, para que no tuviéramos que gastar dinero en poder
ejecutar nuestras funciones como profesores. Ello es porque teníamos que ir a
clase presencialmente, exponiéndonos al virus. Así que decidieron que tanto los
alumnos como los profesores tenían que llevar mascarilla. También se dividieron
los grupos: la mitad venía presencialmente y la otra mitad seguía las clases telemáticamente
desde casa. Por suerte, uno de los grupos que yo tuve, esto no fue necesario.
El CIFP Pau Casesnoves nos otorgó una mascarilla con el logotipo del centro educativo
y con la mención de ERASMUS+, pues es un centro que colabora con el intercambio
de alumnos en la Unión Europea. Esta mascarilla la usamos poco, pues teníamos
que lavarla cada vez por tres y no era tan útil. Era mejor utilizar las FFP2
que nos facilitaba también la Conselleria
d’Educació, Cultura i Esport.
La
experiencia en la pandemia no fue nada buena para casi nadie. Hubo quienes se
enriquecieron debido a esta situación. Sin ir más lejos, los fabricantes de
mascarillas. Unas mascarillas que siempre habían costado un precio bastante
asequible, empezaron a subir como la espuma. Lo mismo ocurrió con el alcohol sanitario.
El resumen de esta pandemia realmente ha sido que hubo muchas estafas y mucho
descontrol. Nos hicieron poner mascarillas en la calle, cuando había turistas
que no pasaba nada si la policía los veía paseando y emborrachándose por la
calle. A mí me prohibieron pasear con mi perrita Nala por el pueblo, tan sólo
por alrededor de mi vivienda y durante 15 min, cosa que eso era un estrés
constante para mi perrita, después de haberla acostumbrado a pasearla cada día
1 hora o más. Todo lo que ocurrió aquí en España fue una prueba de que no
existe libertad real.
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