A principio de
este siglo XXI, tuve el placer de cursar el ciclo de grado medio de Técnico en
Electrónica de Consumo en el IES Pau Casesnoves. Tengo muy buenos recuerdos de
aquella época, una época en la que tenía más tiempo para mí, pues lo estudios
eran bastante sencillos.
Un ciclo de
este estilo está dividido en módulos, que serían las asignaturas. Cada módulo
es un mundo y la meta es conseguir los conocimientos mínimos de dichos módulos,
pues al final son conocimientos que uno podrá emplear en un futuro en una
empresa. En uno de estos módulos, concretamente el de Electrónica, el profesor,
que era al mismo tiempo nuestro tutor, nos hizo practicar la soldadura con
estaño, pues en un futuro deberíamos controlar este concepto para poder soldar
circuitos electrónicos junto con sus correspondientes componentes. Para
practicar, cogíamos trozos de cobre y los juntábamos con estaño fino. Lo primero
era crear un triángulo. Luego, lo siguiente era crear una rejilla. La primera
rejilla no me quedó tan bien. Por ello, volví a repetir el ejercicio, para
adquirir más conocimientos de soldadura y poder verificar que de verdad estaba
bien soldado. Para comprobarlo, el profesor cogía los puntos y los movía,
intentando romperlos. Si se rompía con facilidad, evidentemente no estaba bien
hecho. Por suerte, los míos han perdurado hasta el día de hoy, después de unos
18 años. Mucha suerte tuvimos en un pasado por tener a Andreu Mora, nuestro profesor
de Electrónica.
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