En
el curso 2019-2020, estuve dando clase de Formación Profesional en el IES
Manacor, cuando aún era instituto de Educación Secundaria Obligatoria,
bachillerato y ciclos de FP (actualmente CIFP Politècnic Llevant). En aquel
año, poco antes de la pandemia de COVID-19, un grupo de alumnos se puso en la
puerta principal y ofrecieron una degustación de bichos. Podías probar grillos,
saltamontes y gusanos. Probé uno de cada uno y el que más me gustó fue el
grillo. Ahora bien, años después, me puse a buscar dónde comprar. Teóricamente
los alumnos los habían comprado en Carrefour, pero fui y me dijeron que ya no
vendían. Largos años después, en 2025, vimos que iba a abrir sus puertas el Disgusting Food Museum, que traducido
sería el Museo de la Comida Asquerosa.
Fuimos mi pareja y su hijo menor el día 5 de agosto de 2025. La entrada costó
15,00 € por adulto y 9,00 € por niño. Nada más entrar, nos dieron una bolsa
para vomitar a casa persona, una bolsa de papel muy similar a las que se
consiguen en los barcos o aviones. No nos hizo falta en ningún momento, aunque
es entendible que hay un alto porcentaje de personas que en algún momento
vomitarían al ver algo de lo que se expone. En dicho museo, pudimos ver
abundantes elementos comestibles y bebibles que en unos países es algo normal y
en otros países es algo asqueroso. Por ejemplo, una chuleta de ternera sería
algo asqueroso y prohibido en India, cuando es algo muy común en el resto del
mundo. En muchos países es bastante asqueroso comerse los caracoles, pero en
Mallorca (Islas Baleares) es una de las comidas más queridas. Incluso vimos que
en algunos países se comen los perros, algo que ya sabíamos antes de ir al
museo, pero en Europa es algo totalmente impensable. Todo depende del punto de
vista. Después de la visita al museo en el piso superior, en la planta baja hay
una tienda y un espacio de degustación. En dicha degustación, que entra con el precio,
el primer elemento comestible para probar fue un grillo. También comimos
hormigas, huevo negro, hákarl (tiburón peregrino con alto contenido de su
propia urea), quesos de sabor muy fuerte, bebidas curiosas, tofu fermentado,
entre otros. Los últimos elementos a probar eran salsas picantes, algunos
concentrados de muy alta graduación en la escala scoville, una escala que mide el picante, donde 16 millones es el
máximo. El hijo menor de mi pareja probó el primero, pero no quiso arriesgarse
a más. Probé los siguientes: Last Dab Apollo (2,5 millones), Da Bomb (135.600),
Hellfire Doomed (2,8 millones), Final Answer (1,5 millones) y Grim Reaper (9
millones). Al conseguir probarlo todo, nos dieron de regalo varios souvenirs:
un póster a elegir, un imán, un pin, pegatinas y varios chicles de sabores
raros. Tanto el imán como el pin dice I TASTED EVERYTHING, que significa LO
PROBÉ TODO, además de estar acompañado con el logo del museo. Es bueno saber
que es un museo que está en diferentes partes del mundo. Es una suerte que lo
trajeran a Mallorca.
miércoles, 10 de diciembre de 2025
Colección Recuerdos: Disgusting Food Museum
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