miércoles, 10 de diciembre de 2025

Colección Recuerdos: Disgusting Food Museum

En el curso 2019-2020, estuve dando clase de Formación Profesional en el IES Manacor, cuando aún era instituto de Educación Secundaria Obligatoria, bachillerato y ciclos de FP (actualmente CIFP Politècnic Llevant). En aquel año, poco antes de la pandemia de COVID-19, un grupo de alumnos se puso en la puerta principal y ofrecieron una degustación de bichos. Podías probar grillos, saltamontes y gusanos. Probé uno de cada uno y el que más me gustó fue el grillo. Ahora bien, años después, me puse a buscar dónde comprar. Teóricamente los alumnos los habían comprado en Carrefour, pero fui y me dijeron que ya no vendían. Largos años después, en 2025, vimos que iba a abrir sus puertas el Disgusting Food Museum, que traducido sería el Museo de la Comida Asquerosa. Fuimos mi pareja y su hijo menor el día 5 de agosto de 2025. La entrada costó 15,00 € por adulto y 9,00 € por niño. Nada más entrar, nos dieron una bolsa para vomitar a casa persona, una bolsa de papel muy similar a las que se consiguen en los barcos o aviones. No nos hizo falta en ningún momento, aunque es entendible que hay un alto porcentaje de personas que en algún momento vomitarían al ver algo de lo que se expone. En dicho museo, pudimos ver abundantes elementos comestibles y bebibles que en unos países es algo normal y en otros países es algo asqueroso. Por ejemplo, una chuleta de ternera sería algo asqueroso y prohibido en India, cuando es algo muy común en el resto del mundo. En muchos países es bastante asqueroso comerse los caracoles, pero en Mallorca (Islas Baleares) es una de las comidas más queridas. Incluso vimos que en algunos países se comen los perros, algo que ya sabíamos antes de ir al museo, pero en Europa es algo totalmente impensable. Todo depende del punto de vista. Después de la visita al museo en el piso superior, en la planta baja hay una tienda y un espacio de degustación. En dicha degustación, que entra con el precio, el primer elemento comestible para probar fue un grillo. También comimos hormigas, huevo negro, hákarl (tiburón peregrino con alto contenido de su propia urea), quesos de sabor muy fuerte, bebidas curiosas, tofu fermentado, entre otros. Los últimos elementos a probar eran salsas picantes, algunos concentrados de muy alta graduación en la escala scoville, una escala que mide el picante, donde 16 millones es el máximo. El hijo menor de mi pareja probó el primero, pero no quiso arriesgarse a más. Probé los siguientes: Last Dab Apollo (2,5 millones), Da Bomb (135.600), Hellfire Doomed (2,8 millones), Final Answer (1,5 millones) y Grim Reaper (9 millones). Al conseguir probarlo todo, nos dieron de regalo varios souvenirs: un póster a elegir, un imán, un pin, pegatinas y varios chicles de sabores raros. Tanto el imán como el pin dice I TASTED EVERYTHING, que significa LO PROBÉ TODO, además de estar acompañado con el logo del museo. Es bueno saber que es un museo que está en diferentes partes del mundo. Es una suerte que lo trajeran a Mallorca.





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