miércoles, 11 de junio de 2025

Colección Recuerdos: EMBOCADURA ESTERILIZADA

El 30 de enero de 2006, conseguí aprobar la práctica del carné de conducir para el permiso B, es decir, para conducir turismos, además de otros posibles vehículos. Durante 18 años, en ningún momento la Policía Local ni la Guardia Civil me hizo la prueba de la alcoholemia, hasta el domingo 27 de octubre de 2024. Ese día, todo estaba siendo perfecto. Por la mañana, fui a un evento de coches con varios amigos, un evento que corresponde a una de las tres ferias que se celebran antes del Dijous Bo, la mayor feria que se celebra en Mallorca (Islas Baleares), concretamente en Inca, que se celebró el 14 de noviembre de 2024. Durante la feria, todo perfecto. Luego, nos fuimos a comer todos juntos a un restaurante indio, en Inca. Después de la comida, fui directo a perresear, ya que sobre las 19:00 asistí a una reunión de la STE (Sociedad Tolkien Española) en el CRC DeLorean, una cafetería de un antiguo conocido, quien vi justo el jueves antes y, hablando de la vida, me comentó de su negocio y le hablé de la posibilidad de hacer una de nuestras reuniones en su local. Fue dicho y hecho.

La reunión estuvo bien, pero no me quedé a cenar. Una integrante del grupo pidió si alguien le podía acompañar a otra parte de Inca, donde había dejado su coche. Me ofrecí para ello y la acompañé. Volviendo a casa, en una señal de ceda el paso, un vehículo se estampó contra el mío. Por suerte, mi inconsciente detectó que iba a colisionar y giré el volante lo más a la izquierda posible. Ello ocasionó que mi vehículo fuera a parar a la calle perpendicular, rozando ligeramente dos vehículos estacionados. El vehículo que provocó el accidente se estampó con uno de los coches estacionados. El coche estacionado provocó un golpe con un coche que había justo delante estacionado y, por ello, este otro coche provocó un golpe con otro coche más que había delante. Fueron 5 coches implicados en el accidente. Nada más ocurrir el accidente, un joven salió del coche, ileso, y me gritó que me había saltado un STOP. Lo primero que se me ocurrió decirle fue “¿Sabes a qué velocidad ibas?” El problema principal fue su excesiva velocidad, que seguramente iría a 50 km/h o 60 km/h. Si hubiera ido a la máxima velocidad permitida, 30 km/h, jamás nos hubiéramos chocado. Por mi parte, obedecí la señal de ceda el paso. No vi a ningún vehículo y, después de pararme ligeramente, proseguí mi camino. Cuando vi que un coche me iba a estampar, ya era tarde. Si no hubiera obedecido la señal y hubiera proseguido mi camino a la velocidad a la que iba pocos segundos antes, no me hubieran colisionado, pero al hacer correctamente la señal y reducir la velocidad, al volver a incrementar la velocidad y entrar en la vía perpendicular, se ocasionó el choque debido al exceso de velocidad del culpable.

Cuando ocurrió el accidente, al parecer, los vecinos llamaron a la Policía Local, que llegó en menos de 10 minutos. Nos cogieron declaración a ambos, pero no sin antes hacernos la prueba de alcoholemia, la cual no me habían hecho jamás hasta ese momento. Obviamente di 0, pues en el local de CRC DeLorean me había tomado una Fanta Naranja, un refresco que no tiene alcohol. El chico estaba ileso, aunque en abundantes ocasiones lloraba por el siniestro del coche. En cambio, en mi caso, me lesioné un pie, el cual estuvo sangrando durante toda la situación, además de dolor de cervicales y espalda por el golpe. No obstante, aunque la Policía Local me lo ofreció, no necesité ambulancia, pues la ambulancia me hubiera llevado al Hospital de Inca y preferí ir al PAC que tengo cerca de casa. Para ello, pedí ayuda a mi hermano, para que me viniera a buscar. Le dije a la Policía Local que el chico tendría que estar agradecido de que no le pasó absolutamente nada, a pesar de que yo estuviera malherido. Podría haber muerto en el accidente y salió ileso. Un coche es una cosa, que puede ser sustituida o reparada, pero si un ser vivo muere, no hay vuelta atrás.

La Policía Local recogió nuestros testimonios y ambos, que teníamos los seguros en regla, tuvimos que llamar a las grúas para que recogieran los coches. Mi vehículo, aunque no salió tan malparado, no podía arrancar y tampoco se podía mover. Así pues, tuve que llamar a la grúa, que tardó bastante tiempo en venir. Intenté que el coche lo llevasen a un mecánico de Inca, pero no podrían ocuparse de él hasta enero de 2025, por lo que la agente del seguro me recomendó llevarlo a un mecánico de Inca. Estuve 1 mes sin coche. Cuando fui a buscarlo, resultó que no estaba del todo arreglado. Al pasar dos días, detecté un problema que jamás había tenido, unos ruidos muy extraños en la parte delantera derecha del coche, justamente la parte que sufrió el mayor golpe del accidente. Como la semana siguiente de recoger el coche el mecánico tenía vacaciones, decidí no usarlo durante el resto de la semana. Cuando volvieron de vacaciones, llevé el coche al mecánico y probamos el coche, pero no volvió a dar el problema. Incluso otro mecánico revisó el coche por debajo y no vio nada. Durante el resto de la semana, lo estuve utilizando. Pero a finales de esa misma semana, volvió a dar el problema, pero esta vez de una forma más grave. Me costó llegar a Inca y aparcarlo cerca de mi casa. Al día siguiente, llamé al seguro y al mecánico y opté para que viniera la grúa. El operario de la grúa intentó moverlo, pero vio que no era nada fácil, pues vio in situ el problema que tenía: el palier derecho estaba destrozado. Ello lo vio nada más abrir el capó del coche. Así pues, se lo llevó al mecánico. Al día siguiente, me confirmaron que esto quedó pendiente de arreglar y que se incluiría en el mismo parte del seguro. Por fin pude conseguir el coche, después de más de 2 meses de espera.

Ahora bien, ¿de quién fue la culpa? Realmente fue del chico que colisionó conmigo. Pero los peritos fallaron a su favor, pues yo tenía la señal de ceda el paso. Es como si un coche frenase en la autopista sin razón alguna y el coche de atrás diera el golpe; aunque el culpable fuera el coche delantero, los peritos dictaminarían que el culpable es el coche de atrás. Las leyes no están para nada bien hechas, pero sin pruebas de testigos presenciales o cámaras de vigilancia, no se puede hacer nada para demostrar los hechos, a pesar de que en mi caso se veía claramente, ya que el coche de quien me colisionó hubiera sido imposible que quedase tan aplastado si hubiera ido a una velocidad correcta. Gran suerte tuve de que tuviera el seguro a todo riesgo y tan sólo tuviera que pagar la franquicia. Aunque el día completo fue estupendo, el final del día fue catastrófico. Pero de todo se aprende, incluso de los malos momentos. Por ello, guardo un recuerdo físico de ese momento, la EMBOCADURA ESTERILIZADA, la boquilla para poder hacer la prueba de alcoholemia, la primera que usé en mi vida.




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