miércoles, 18 de junio de 2025

Colección Libros: Viento y huesos

La vida es complicada. Puede haber un momento en el que uno no pueda más o se haya cansado de una vida que no le aporta felicidad. Personas que se supone que deberían estar en los peores momentos, huyen despavoridos ante tales situaciones o simplemente ni tan solo se interesan por la persona afectada. En contraposición, es verdad que ahí es cuando se descubre la verdadera amistad. Este mundo puede ser muy duro. Las cargas, ya sean laborales o familiares, las deudas, los quehaceres cotidianos, la soledad… eso sólo mencionando situaciones habituales, porque luego están las situaciones más dolorosas: violaciones, pederastia, asesinatos, guerras, maltrato animal, racismo o xenofobismo, sexualidad, deforestación, desahucios… son tantas las situaciones negativas de este mundo que quizás a algunas personas les supere y no puedan más. De ahí los suicidios, personas que al final optan por dejar de vivir. Existen personas para ayudar en estas situaciones, pero uno tiene que querer que le ayuden. A veces no es fácil.

Charlie Jiménez, seguramente viendo el desasosiego de la sociedad, publicó en 2020, mediante la Editorial Rara Avis, Viento y huesos. Una historia que comienza con una situación en la que una persona ha decidido suicidarse y, posteriormente, la lectura de una carta de suicidio por parte de una de las personas más allegadas. En la parte trasera del libro, se puede leer lo siguiente:

Mario es un joven de 34 años que proviene de una familia adinerada. Aparentemente, nunca le ha faltado de nada. Sus padres regentan uno de los más prestigiosos bufetes de abogados de toda Cataluña, su hermana y amigos han sabido mantenerse cerca de él cuando lo necesitaban. Sin embargo, siempre ha descuidado el amor. Un día, Mario toma una trágica decisión que cambia por completo la vida de sus seres queridos.

Viento y Huesos no solo es un viaje a los paisajes más impresionantes y recónditos de Mallorca, si no a una mente quebrada por las fuertes pasiones, y el desconcierto que supone la falta de cariño.

Charlie Jiménez, en su segunda novela, arriesga y sorprende por narrar de cerca los problemas con los que convive el ser humano.


La lectura de este libro la comencé justo después de leer la primera novela de Charlie Jiménez, El hombre de la corbata verde. Estaba ingresado en el hospital por un problema estomacal y la primera novela ya la había comenzado a leer en casa, pero la acabé en el hospital. Luego, al poco de terminar, empecé con la de Viento y huesos. Al principio, me pareció inverosímil que la novela empezase como empezase, pero poco a poco fui leyendo y hubo un momento, más o menos un poco antes de la mitad del libro, que me atrapó. Quizás porque en algún momento me sentí identificado con uno de los personajes principales. Lo que sí que hay que intentar es no llegar a la conclusión de que nuestra vida tiene que acabar. Hay que luchar por sobrevivir, por buscar ayuda en los momentos en los que se necesite.

Cabe comentar que hay varios momentos del libro que me dolieron profundamente. Momentos que no pienso mencionar, pues los dejo para que los futuros lectores los lean y puede que les resulte igual de doloroso que a mí. Pero sí que voy a citar un momento que me hizo divagar, de la página 181:

¿Cuántas veces nos hemos fijado en aquella chica con la que nos hemos cruzado en el vagón del metro o autobús con una sonrisa apagada o nula? Posiblemente se maquillará todos los días para ir a trabajar, pero cumplirá su horario y volverá a casa para dialogar con la nada. ¿Y ese amigo que siempre que se marcha de la fiesta, fingiendo con una sonrisa que se lo ha pasado muy bien? Nos dirá que se va porque está cansado, pero cuando llega a casa no se va a dormir, se sumerge en páginas de Internet porque no puede conciliar el sueño. Todos hemos sentido y vivido algo parecido en nuestras carnes. Nos piden ayuda a pleno pulmón, solo que no los oímos porque creemos que están mudos. Nos confundimos, porque en realidad, solo han perdido la capacidad de gritar. A veces detectarlo a tiempo, evita riesgos mayores. Si conseguimos ayudar al prójimo no solo es satisfactorio para nosotros, sino para todo el mundo. Escuchar o aconsejar no es un acto egoísta cuando, posiblemente, esa persona se pueda convertir en la gran historia de tu vida.

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